miércoles, 7 de noviembre de 2007

Partido Policito Union Civica Radical


INTRODUCCION

“Es indispensable fijar como condición irreductible que la moral política es la base de todos los progresos y de todas sus formas eficientes” - Hipólito Yrigoyen
La República Argentina, como entidad histórica independiente, no ha cumplido aun los dos siglos de vida. A pesar de esto, desde la declaración de la independencia hasta la actualidad, nuestro país ha hecho correr ríos de tinta a historiadores, economistas, sociólogos, politólogos etc.
Intentar recorrer el camino de la historia argentina del ultimo siglo resultaría una empresa estéril, sin visualizar el papel central, que en ésta, ha jugado la Unión Cívica Radical (UCR) desde el momento mismo de su fundación.
La UCR resulta un caso atípico en el mapa de los partidos políticos (sobre todo en América Latina) dada su persistencia, a lo largo de más de 100 años en la escena política, pero también porque solo se le pueden contar 27 años en el gobierno, ya que el resto lo vieron en la oposición o directamente excluido del sistema político.
"El radicalismo ofrece, por consiguiente, una característica de obstinada permanencia en el escenario político argentino, y la misma debe atribuirse a que ha llenado y sigue llenando una necesidad ideológica y social que le ha permitido sobrellevar divisiones, fracasos y derrotas, para reaparecer cíclicamente como una opción valedera para la sociedad argentina"
Tarea difícil parece, a simple vista, lograr una definición sobre el radicalismo que abarque la mayor parte de los aspectos que le son característicos, sin embargo apelando al prestigioso Diccionario de Política de Norberto Bobbio encontramos por "Radicalismo" que "Aún cuando el termino Radicalismo ha sido usado en América Latina en las diversas acepciones antes indicadas, desde fines del siglo XIX fue adquiriendo una connotación más precisa y referida casi con exclusividad a aquellas formaciones políticas de centro-izquierda que tenían su base social y su clientela electoral entre las clases medias urbanas -y en parte rurales-, la intelectualidad burguesa "progresista" y las burocracias estatales en expansión. (...) Su crecimiento y organicidad política evidenció el proceso de descomposición del bloque oligárquico que orientó la construcción de las formaciones estatales emergentes de la ruptura del orden colonial y el desplazamiento de las corrientes más democráticas y liberales de la sociedad hacia la formación de un nuevo bloque social y político basado en la incorporación de las masas populares a la vida política nacional. (...) fuertemente deudor de las experiencias de las revoluciones mexicana y rusa y del movimiento de la reforma universitaria, fue el partido radical argentino la expresión más significativa y original de ese tipo de corriente."
A continuación desarrollaremos una síntesis sobre la historia del partido radical desde su fundación hasta la fecha. Como toda síntesis, abarca y excluye arbitrariamente, hechos, sucesos y personajes, en el afán de no extenderse más allá de un espacio determinado. En ese sentido hemos decidido privilegiar la historia de los orígenes y de los primeros pasos del radicalismo hasta promediar la década del 30.
Para todos aquellos que deseen profundizar en el tema, al final se citará la bibliografía utilizada y también aquella que, resultando de alto interés, pero excediendo los marcos de este trabajo, puede ser recomendada a tal fin.
Por otra parte, para construir este reconto histórico, apelaremos a quiénes desde diversas perspectivas ya han investigado sobre la historia del radicalismo, siendo este trabajo más una recopilación que la elaboración de un nuevo estudio.
En los últimos años nuevas investigaciones están abriendo nuevas perspectivas, la historia social y los análisis culturales ofrecen una dirección que poco a poco se imponen por sobre la historia económica o política (en el sentido tradicional del término, es decir privilegiando la cuestión fáctica). Estas tendencias se observan fundamentalmente en las carreras humanísticas de las universidades nacionales. Los órganos de difusión de dichas instituciones son un buen acervo donde dirigirse para actualizar los conocimientos sobre aspectos amplios de la historia de la UCR.
2. LOS ORIGENES DEL RADICALISMO
“El Dr. Don Leandro Alem, que ha sido el iniciador, no le ha faltado valor en la esfera del deber; la Unión Cívica también, que era quien le acompañaba en cuyo esfuerzo confiaba, como en todos los porteños que han sabido con empeño, defender su patria hollada” - Félix Hidalgo, payador de la Revolución del 90'
Si bien la UCR como partido nace en 1891, debemos retroceder un poco para bucear en sus inicios (en los cuales no nos detendremos demasiado). En el año 1889, en el mes de septiembre, nace un heterogéneo grupo opositor bautizado "Unión Cívica". Dentro de esta encontrábamos sectores católicos y laicos, clases altas desplazadas de la alianza gobernante y sectores medios, universitarios etc. Su principal campo de acción se encontraba en la provincia de Buenos Aires.¿Que ocurría mientras tanto en el país? “En
1880 se había declarado a Buenos Aires capital de la Nación, se había concluido con el problema del indio, se empezaba a poblar la Patagonia y las regiones boscosas del noreste. En los años siguientes se fueron liquidando problemas limítrofes pendientes con los vecinos, y el estado nacional adquirió su fisonomía definitiva.” A esta descripción podríamos agregar: el crecimiento de la red ferroviaria, la remodelación del puerto, el acento puesto en el tema de la educación, aunque a fines de la década ya comenzaban a notarse síntomas de la crisis relacionados con la desequilibrada situación del sector externo. Conviviendo con estos síntomas de progreso, modernización y posterior crisis, aparece un sistema político restringido, autoritario y orientado a maximizar los beneficios de un grupo de familias cuyos negocios estaban relacionados con el rol de país exportador de materias primas, que en el mercado mundial, le toco jugar a la Argentina.
Los reclamos por la modificación de este sistema político, fueron canalizados en principio por la naciente Unión Cívica. Dos dirigentes sobresalieron notoriamente del resto, Bartolomé Mitre, con una dilatada trayectoria en la política argentina, y Leandro Alem, dotada de un carisma especial y cuyo ascendiente sobre los integrantes de la Unión Cívica lo catapulto rápidamente a la primera línea de la novel agrupación.
Obra de esta Unión Cívica fue la denominada “Revolución del Parque” o “Revolución del 90” levantamiento armado contra el gobierno de Juárez Celman y que si bien fue sofocado por las fuerzas leales al gobierno, tuvo amplias consecuencias políticas, entre ellas la renuncia anticipada del Presidente de la Nación y su reemplazo por el vicepresidente Carlos Pellegrini. Además las víctimas de los intensos enfrentamientos se contaron por centenares.
Un observador contemporáneo y testigo presencial afirmaba que “Mirando objetivamente hasta mayores lejanías, el 90 resultaba, por arriba de las tristes causas ocasionales, un episodio de la formación de una democracia, fruto espontáneo e incontenible de la sangre y de la tierra” Si bien no fue tan espontáneo ni tan incontenible, el levantamiento del 90 representó un momento crucial en la historia política argentina, más allá de la previsible derrota militar, gran parte de los sostenedores del régimen político tomaron conciencia que, de no introducir importantes cambios que signifiquen el ingreso al sistema político de los sectores populares, el futuro podía tornarse imprevisible.
El Pacto Roca-Mitre, la fractura de la Unión Cívica y el nacimiento de la UCR.
Como consecuencia de un acuerdo suscripto entre el sector de la Unión Cívica que respondían a Mitre y sectores oficialistas cercanos a Roca, se produce la fractura de la Unión Cívica y el nacimiento de la llamada UNION CIVICA RADICAL. El agregado de “Radical” es tomado de Leandro N. Alem, algunos afirman que ocurrió luego de la siguiente declaración: “Yo no acepto el acuerdo; soy radical contra el acuerdo; soy radical intransigente”, Alem era muy afecto a la palabra “radical”, Gabriel del Mazo, uno de los principales historiadores del radicalismo, afirma que la expresión surgió “por primera vez en una conversación en la casa de Alem de la calle Cuyo (...) Fue usada por el doctor Saldías, escritor, historiador, afectísimo amigo de Don Leandro. Con esa palabra calificó el doctor Saldías la actitud terminante, en vista del fondo del problema, que tomarían en lo interno significando que así debería ser llamada la actitud tajante que proyectaba. Alem se incorporó en su asiento y exclamó: “Ese debe ser nuestro distintivo". Inmediatamente después comenzó a popularizarse su uso”
Efectivamente el día 2 de Julio de 1891 la mayoría del Comité Nacional de la Unión Cívica lanza un manifiesto, del que reproducimos un fragmento, anunciando la ruptura de la agrupación y el repudio al acuerdo Roca-Mitre.
“Conciudadanos: el desarrollo de acontecimientos graves y precipitados en los últimos días, coloca al Comité Nacional de la Unión Cívica en la necesidad de dirigir el presente manifiesto a sus correligionarios y a los pueblos de la república (...) Una minoría del Comité Nacional, formada por los partidarios del acuerdo con la agrupación dominante, acaba de romper la unidad de la Unión Cívica, y llamándose Comité Nacional de la misma ha resuelto reorganizarla. (...) es el caso recordar el carácter esencial de la Unión Cívica, y los trabajos personalistas que desnaturalizando el programa de nuestra institución, han hecho dentro de la misma algunos amigos del General Mitre, hasta llegar a la escisión actual. La Unión Cívica fue desde el principio la coalición de los hombres de bien, vinculados para destruir el sistema de gobierno imperante que ha producido tan graves perturbaciones en la República. (...) La Unión Cívica no se había formado alrededor de ninguna personalidad determinada, ni se proponía como objetivo de su programa ni de sus ideales la exaltación de un hombre al mando; ella debía destruir el funesto sistema de la opresión oficial, buscando el restablecimiento de las instituciones, la honradez gubernativa, la libertad de sufragio y el respeto a las autonomías de los municipios y de las provincias. Las personalidades eminentes de su seno debían inclinarse ante ese programa y prestarle acatamiento. (...) No lo entendieron así los que a toda costa querían proclamar la candidatura del General Mitre.”
Entonces, a partir de 1891 la Unión Cívica Radical, hace su aparición en la escena política argentina. Entre sus principales dirigentes se encontraban además de
Alem y su sobrino Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear, Deodoro Roca, Lisandro de la Torre, Pelagio Luna, José Lencinas, Angel Gallardo, Tomas A. Le Bretón, José Luis Cantilo, Felipe Senillosa, Bernardo de Irigoyen, Aristóbulo del Valle y otros.
La UCR, Alem e Yrigoyen
A pesar del fallido intento de 1890, la UCR no abandonó el camino de la sublevación armada, hasta 1905 se produjeron distintos levantamientos en diferentes provincias (Buenos Aires, Tucumán, San Luis, Santa Fe) los que finalizaron igualmente derrotados ya que el gobierno a pesar de los problemas mantenía intacta la capacidad represiva. Por ejemplo, antes de las elecciones de 1892, cuando las huestes radicales se preparaban para darle un dolor de cabeza al oficialismo, la cúpula del partido fue detenida poco antes del comicio y todas los reclamos sofocados, los radicales apenas participaron del proceso electoral.
En tanto Alem paso una larga temporada entre rejas lo cual sólo logró consolidar su prestigio y liderazgo.
Por otra parte, bajo la conducción de este último, el radicalismo más que un partido político se consideraba una especie de cruzada redentora, contra un régimen inmoral y contra el positivismo reinante, en oposición al gobierno enarbolaba un proyecto nacional que no permite conformarse con una política de conciliación, esto implicaba la férrea negativa a pactar con el régimen, y con sus aliados, lo que significa una actitud revolucionaria que se expresa a través de los alzamientos armados.
Este tipo de oposición, a todo o nada, finalizaba generalmente con la segunda opción, mientras el gobierno se mantuviera unido y su fuerza intacta, la política radical había alcanzado un techo difícil de superar, había ingresado en un callejón sin salida. Esta situación repercutió en el seno del radicalismo, provocando apasionados debates sobre las futuras estrategias y los pasos a seguir. Este debate enfrentó a los principales líderes del partido, Alem e Yrigoyen, este ultimo sostenía que la base del triunfo residía en abandonar la conducción errática e inorgánica que hasta ese momento llevaba el partido y hacer más sólida la estructura partidaria a través de una reorganización interna.
“Si bajo la hegemonía de
Alem la lucha radical se había centrado en el cuestionamiento total al régimen vigente, la jefatura de Yrigoyen había modificado sutilmente esa actitud total y difícilmente operable, para concretar al reclamo de leyes que infundieran verdad a los comicios e incitaran a los ciudadanos a participar de la vida cívica.” (Revista “Todo es Historia” Nº 289 pp14).
Esta diferencia entre ambos dirigentes no llegó a desarrollarse totalmente ya que Leandro Alem se quitó la vida en julio de 1896, con apenas 54 años. Una etapa se cerraba en la vida del naciente radicalismo.
3. EL RADICALISMO, LA REFORMA ELECTORAL Y EL FIN DEL REGIMEN
"La llegada del radicalismo al poder fue una gran necesidad civil de decencia contra muchos años de explotación y de fraude. Nadie pensaba en su medro personal. Era una cuestión de limpieza y honor. Era un movimiento de conciencia, de corazón, de alma. Era un estado de nobleza colectiva, de salud nacional." - Eduardo Mallea
El nuevo siglo mostraba una cara próspera para la Argentina, cómoda en su papel de exportadora de materias primas, el punto máximo de esta euforia, de ese sentimiento de progreso sin fin, llegará junto al centenario de la revolución de mayo. En tanto, los presidentes seguían pasando, pero la participación popular a través del voto era inexistente, Joaquín V. González expresaba que “Este país, según mis convicciones después de un estudio prolijo de nuestra historia, no ha votado nunca” y si bien la violencia política en el día de elecciones había disminuido, el proceso electoral seguía tan turbio como siempre. Del Mazo relata que, “Poco después hubo una elección. No se si en ese 1908 o en 1910. Mi padre salió a votar. No había libreta identificatoria. Tenían nombre y apellido y señas, pero no fotografía. La libreta se obtenía el domingo anterior al acto comicial. Mi madre estaba intranquila y mi padre le dijo "No es nada. Estas no son las votaciones de antes. Ahora se compran votos para hacer fraude." En efecto, salí a la calle y vi algo así como agentes de compra en las esquinas de la calle Rivadavia, con sus ayudantes, haciendo ofertas con los dedos de la mano: dos pesos; tres; un poco más tarde, cinco.”
Luego de la muerte de Alem, el partido vivió unos años de desconcierto, pero entrado el nuevo siglo el radicalismo conducido por Hipólito Yrigoyen comenzará a desarrollarse internamente, tomando el modelo norteamericano de convenciones y sumando a esto la apertura de innumerables Comités barriales, se irá estructurando como el primer partido moderno de la Argentina. El contacto constante con los vecinos, el surgimiento de una figura barrial prestigiosa a cargo del comité y diversos emprendimientos editoriales fueron consolidándolo.
En
1905 el radicalismo volvió a levantarse en armas, este nuevo intento se expandió sorpresivamente a varios lugares del país, pero el revés de la intentona en la Capital Federal determinó el fracaso del que sería el ultimo intento para derrotar al régimen por la vía de la fuerza.
Igualmente el radicalismo, será sospechoso eternamente de conspirar, y cualquier movida será vista así por el régimen.
A esta sensación predominante en el imaginario de los sectores oficialista, se sumó la firme política radical de no participar de las elecciones que no garanticen la debida transparencia, el importante crecimiento de la estructura partidaria y de forma no menor las modalidades de protesta que se encauzaban en formas alternativas, dada la inexistencia de un sistema político abierto y democrático.
1912, Saenz Peña
La llegada de Saenz Peña a la presidencia, representó el triunfó de los sectores reformistas, conscientes de la necesidad de ampliar los limites de sistema electoral. De esta manera comienza el proceso de reformas que desembocara en 1912 con la llamada posteriormente “Ley Saenz Peña”, que entre otros aspectos garantiza el voto secreto, obligatorio y universal masculino. Por otra parte comienzan a confeccionarse los padrones con mayor limpieza.
Los sectores oficialistas confiaban que de esta manera incorporaban al sistema como minorías a la UCR y al Partido Socialista, desactivándolos como fuerzas desestabilizadoras. Este pensamiento se basaba en la ciega confianza en que un partido conservador organizado en todo el país sería invencible en el terreno electoral. Ni siquiera la victoria electoral de la UCR en Santa Fe (la primera bajo la nueva ley) y en la Capital Federal los hizo caer en la cuenta de las profundas e irreversibles consecuencias que traía aparejada la aplicación de la Ley Saenz Peña.
Primeras experiencias y consecuencias bajo la nueva ley
Esos primeros años de aplicación de la nueva Ley electoral, constituyeron un balance con resultado positivo para la UCR, ya que si bien los conservadores continuaban apelando a todo tipo de artilugios para imponerse en las elecciones, de a poco, la ley electoral se tornaría en una barrera para los intentos fraudulentos, único modo en que los conservadores seguían ganando elecciones.
Entre 1912 y 1916 la UCR se fue fortaleciendo interna y externamente. La habilidad de Yrigoyen fue decisiva a la hora de sortear los obstáculos que el régimen le iba colocando, rechazo de ofrecimientos de cargos en el gabinete, abstención en las elecciones viciadas etc. Sin embargo dos hechos ensombrecían los avances logrados: primero, la incorporación de grupos conservadores que intuyendo la debacle del régimen, intentaban acomodarse favorablemente en el nuevo gobierno y segundo, el carácter cada vez más despiadado que iban tomando las disputas internas, como el caso de Santa Fe, donde se forma una sólida corriente disidente. Pero estas cuestiones cobrarían mayor relevancia años después, cuando el radicalismo llegó al gobierno.
A principios del mes de Marzo de 1916 se reúne el Comité Nacional, entre otros asuntos para elegir la dupla que competirá en las elecciones de abril. Existen varias especulaciones, según estas, el candidato natural, Yrigoyen, rechazaría el ofrecimiento, por lo cual ya suenan otros nombres.
“Al otro día el viejo Teatro Onrubia se encontraba desde las 8 de la mañana repleto de público. Los delegados estaban distribuidos frente al proscenio en dos amplios sectores separados por un pasillo. Presidía el escenario un gran busto de Alem envuelto en una bandera argentina. Había nerviosidad y expectativa. (...) A las 10.30 se reanuda la sesión. Uno por uno van siendo llamados los convencionales, que depositan su voto en una urna colocada en el escenario. Un silencio palpitante envuelve la larga ceremonia. El primer voto que se escruta da el nombre de Yrigoyen. Entonces la "la Convención y la concurrencia se ponen de pie y aclaman el nombre de Yrigoyen durante largo tiempo. Dentro y fuera del teatro se canta el Himno Nacional." (...) Ciento cuarenta votos obtiene Yrigoyen, dos el Dr. Melo y uno cada uno Crotto, Alvear y Gallo.”
En otra elección similar, pero más disputada, es elegido para acompañar a Yrigoyen el Dr. Pelagio Luna, de la provincia de La Rioja.
En tanto, el Partido Socialista no podía extender su presencia más allá de algunas ciudades, generalmente muy pobladas por capas medias de la población, donde la disputa con el radicalismo no les era favorable.
En mejor situación no se encontraban los partidarios del régimen, los conservadores no podían unificar sus diferentes vertientes en un gran partido nacional. Lisandro de la Torre intentó encabezar un remozado partido conservador armando desde Santa Fe el Partido Demócrata Progresista, pero no pudo llegar a un acuerdo con los referentes conservadores, en especial con los de Buenos Aires encabezados por Marcelino Ugarte.
Así, en 1916, se realizan las primeras elecciones generales para elegir presidente y vice, bajo la ley que regulando la actividad electoral, permitió realizarlas por primera vez respetando la voluntad popular. De esa manera, la que siempre había propiciado la UCR, por la que habían peleado Alem, Yrigoyen y tantos otros, entre los que se encuentran aquellos que habían caído en los sucesivos levantamientos radicales contra el fraude, se elegía al primer presidente democrático en la historia argentina.
El 2 de Abril de 1916 se realizan las elecciones, la UCR obtiene los delegados por la Capital Federal, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza sumando aproximadamente 370.000 votos. Los conservadores logran electores en Buenos Aires, La Rioja, Santiago del Estero y San Juan, en tanto los seguidores de Lisandro de la Torre se imponen en Corrientes, Salta, Catamarca y San Luis.
El radicalismo obtiene 152 delegados, uno más de lo necesario. Como la elección del presidente y del vice se realiza indirectamente a través del Colegio Electoral y la diferencia a favor de la UCR es exigua, los conservadores apelan a toda su sabiduría en trenzas para cambiar el voto de algún delegado.
Se dedican especialmente a los de la UCR de Santa Fe (disidentes de la conducción nacional), a quiénes se le ofrece encabezar una candidatura alternativa. Ante la presión de allegados a Yrigoyen para que actúe convenciendo a los disidentes, este contesta, como cuenta Felix Luna en el libro que dedica a la vida de Yrigoyen, “Que se pierdan mil gobiernos, antes que vulnerar la conducta de inflexible austeridad que ha sido la norma orientadora de la trayectoria radical...”
Finalmente, los disidentes santafecinos se encolumnan tras la formula radical y el 20 de Julio de 1916 se elige el nuevo presidente. 134 electores se reparten entre Angel Rojas, Lisandro de la Torre y Juan B. Justo. Hipólito Yrigoyen obtiene 152. El radicalismo era gobierno por primera vez en su historia. La causa se impuso sobre el régimen.
4. LA UCR EN EL GOBIERNO
“Un presidente del antiguo régimen, Carlos Pellegrini, gustaba decir: "En nuestro país no se gobierna, se manda". Yrigoyen intenta gobernar por primera vez, aunque sea con muchas imperfecciones. La oligarquía por interés y los militares por reflejo profesional no le perdonarán esa actitud.” - Alain Rouquie
Una vez ganadas las elecciones, el rol de la UCR no podía seguir siendo el mismo. La llegada al gobierno había significado el triunfo de la causa por la reparación nacional, el respeto a la constitución y a la libertad del sufragio. Estos objetivos, amplísimos, habían unido un heterogéneo grupo de seguidores, pero también relegaron a un segundo lugar las posiciones que el radicalismo debería adoptar frente a la realidad económica, social, a la política exterior etc.
“Así, el radicalismo aparecía ante el electorado como una gran incógnita, y el voto que lo llevó al triunfo en 1916 fue, más que todo, una expresión de confianza del país en una fuerza que aparecía como algo limpio, nuevo y renovador, con un hombre a su cabeza que había hecho una profesión de vida del desinterés personal y el principismo político.” (Revista “Todo es Historia” no 289 pp 15)
En efecto, el radicalismo seguía manteniendo ese carácter movimentista que lo había signado desde sus orígenes y esta supuesta indefinición representaba un hecho natural para el grado de desarrollo del sistema político en general y del radicalismo en particular. A partir de su acceso al gobierno el radicalismo comienza a definirse, y ésta definición si bien tiene fundamentos teóricos (sobre los que volveremos pronto) se da fundamentalmente en la practica política cotidiana. Día a día hay que tomar decisiones, estas siempre encuentran quiénes se benefician y quiénes se perjudican, por lo que ese heterogéneo conglomerado que llegó al gobierno, pronto irá tomando formas cada vez más definidas.
El radicalismo como tradición partidaria se terminará de conformar a mediados de la década del 30, pero la impronta yrigoyenista será decisiva a la hora de comprender el pensamiento y la acción radical.
La continuidad de las bases económicas que sustentaban al régimen es otra de las impugnaciones recibidas, basándose en concepciones economicistas que tienden a oscurecer cualquier otro motor del cambio, se habla de la falta de una reforma agraria, de cambios en la estructura económica agro-ganadera etc. como únicos índices validos de cambio. El error consiste en tratar de insertar el caso argentino en categorías de análisis, validas sin duda, pero que no tienen en cuando el desarrollo especifico de la región en todos sus aspectos, social, político, económico, cultural etc.
Félix Luna describe esta situación con lucidez: “No fue, por cierto, un gobierno revolucionario. No modificó el régimen de tenencia de la tierra, ni atacó las bases económicas de la oligarquía, ni produjo cambios en la estructura económica o en la relación con los países centrales. Pero es obvio que ni el radicalismo estaba animado por una concepción revolucionaria ni el país necesitaba en ese momento un cambio total en el esquema que venía funcionando pasablemente bien desde 1880. (...) En cambio la presencia radical en el poder aparejó una mayor democratización de la sociedad argentina. Hijos de inmigrantes participaban en los cuerpos representativos o desempeñaban cargos importantes en la administración pública, acentuando el igualitarismo en la vida nacional. Una intensa vida política se desarrollaba a lo largo del país (...) Crecía la sensación de que existía en las alturas del poder una mayor preocupación por la suerte de la gente común. En algunas provincias de características especialmente feudales, el radicalismo operó en un sentido de apoyo decidido por los humildes, desatando la ira de las clases poseedoras...” (Revista "Todo es Historia" Nº 289 pp 16)
5. EL ACERVO IDEOLOGICO DEL RADICALISMO
"Mientras dure su período, el Poder Ejecutivo no enajenará un adarme de las riquezas públicas, ni cederá un ápice del dominio absoluto del estado sobre ellas.” - H.Yrigoyen
Nos detendremos ahora en la cuestión de los fundamentos filosóficos que guiaban a Yrigoyen. Muchos de los autores que intentan aproximarse al fenómeno del radicalismo pasan por alto este tema, sin el cual no puede comprenderse gran parte del accionar político de
Yrigoyen, sobre todo su obsesión por la “armonía social”.
Fue seguramente Karl Christian Friederich Krause (1781-1832) quien más influenció en ese terreno a Yrigoyen y a otros dirigentes radicales.
El Krausismo
Hay tres o cuatro cosas muy importantes que en el pensamiento y la practica política de Yrigoyen y el radicalismo están directamente tomadas del krausismo y que se han integrado a las raíces de lo que podría denominarse una “ideología radical”. Y que, insisto, se concilia muy fácilmente con la ilustración del siglo XVIII, con el pensamiento de la Revolución Francesa, con las corrientes del idealismo romántico social de la Generación argentina de 1837.
En primer lugar, la idea de democracia, como expresión de la soberanía popular de la participación. La concepción del individuo concebido como ser para la libertad y con la solidaria armonización del individuo con las necesidades de la sociedad en su conjunto.
En segundo lugar, la idea de nación y de las relaciones de las naciones entre sí, como articulación de soberanías internas, de libre asociación de autonomías, partiendo de la sacralización de los hombres y de los pueblos.
En tercer lugar, algo que esta muy arraigado en el pensamiento radical, que es la concepción de armonía social, del dialogo, de la tolerancia, de la pacífica superación de los conflictos, de un humanismo pacifista.
Creo que, además, hay en Yrigoyen, como en todos los radicales notorios, algo así como un “estilo krausista” en su personalidad, en sus costumbres, en sus modos de actuar: la austeridad, la sobriedad, el permanecer un poco oculto de la publicidad y todo ello se expresa hasta en el modo de vestir.
Este estilo krausista estaba muy acendrado en Yrigoyen: su manera de hablar, su actitud de convencer, su gesto pedagógico en el trato político individual. Esto se traslado a los más notables dirigentes radicales, que no actuaban así porque “eran krausistas”: simplemente recogieron lo que surgía de la conducta de su líder, y lo incorporaron a una filosofía de vida y a una ética social.
Ricardo Balbín, varias veces candidato a presidente de la Nación por la UCR y conductor del partido por muchos años, cuando muere el hijo de Batlle y Ordoñez, presidente del Uruguay (típicamente krausista) va al entierro en Montevideo (saliendo por primera vez de la Argentina), durante el ultimo régimen militar en la Argentina y dice un hermoso discurso con claras connotaciones krausistas. Sin embargo yo no creo que Balbín haya leído nunca a ni a Tiberghien ni a Krause (...) Un gran krausista, con conocimiento y clara conciencia de lo que era el krausismo, un krausista consciente y explícito, fue Don Arturo Illia (...) Desde luego, el radicalismo no fue solamente influido por el krausismo o el liberalismo del siglo pasado. Si bien Yrigoyen no tenía conocimientos profundos del marxismo, sí era claramente antipositivista, espiritualista y humanista, y esto forma parte permanente de las concepciones ideológicas del radicalismo." (Osvaldo Alvarez Guerrero en Origenes de la democracia Argentina)
Podría decirse que para el krausismo, si el hombre no puede determinarse en el plano político, todas las demás esferas sociales se resienten. Es decir la primera y principal “alineación” es la política. Por eso el sufragio será para Yrigoyen “fundamento de la legitimidad de todos los poderes” (Pasalaqua en Origenes de la democracia Argentina)
Consideramos que resulta de suma importancia detenerse en este aspecto de la influencia del krausismo, ya que no solo influenció claramente a Hipólito Yrigoyen, sino también a importantes dirigentes radicales posteriores.
Decíamos anteriormente que muchos historiadores (otra vez puede ser citado D. Rock) prefieren tomar el camino fácil, atribuyendo el comportamiento de Yrigoyen a delirios místicos o a metodologías demagógicas, en vez de investigar la influencia de los krausistas españoles, de Sanz del Río, de los liberales franceses o de la generación del 37 en el pensamiento del radicalismo. Tampoco es posible entender fuera de este marco la "tozudez" de Yrigoyen en no formular propuestas concretas e insistir en la causa de la reparación nacional o en el cumplimiento a rajatabla de la constitución y la libertad del sufragio.
Actualmente existen interesantes investigaciones que reflejan los nutridos contactos de los republicanos españoles del siglo pasado con intelectuales del radicalismo.
Para mayor informacion acerca de los gobiernos radicales se recomienda visitar la página de Presidentes Argentinos y Presidencias Argentinas.

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