miércoles, 7 de noviembre de 2007

Partido de la liberacion Argentina


El Partido de la Liberación y Proyecto SurDurante un mes, los camaradas del PL y los compañeros y compañeras de otras fuerzas y los independientes, hicieron unidos la campaña electoral de Proyecto Sur. Allí se conocieron, vieron sus puntos de acuerdo y también las diferencias políticas, y –no obstante- realizaron en común la tarea planteada. Sobre la base de esa experiencia ahora hay que ver los pasos a seguir, en unidad, en la acción y respetando la diferente manera de pensar de cada quien.Habiendo concluido la campaña, el PL sostiene que lo central es la ligazón de este frente en potencia que es Proyecto Sur con la argamasa de nuestra gente más humilde, trabajadora, conciente, clasista y patriótica. La votación ya pasó y fue buena para demostrar que había propuestas antiimperialistas y candidatos dispuestos a sostenerlas frente a la reacción, la derecha y la centro derecha.Ahora las tareas, al menos las principales, deben ser otras, más ligadas a la lucha de los trabajadores y sectores populares, según la agenda que la realidad está componiendo en forma acelerada. Es que luchan los estatales de varias provincias, como Córdoba; cortan rutas los docentes de Catamarca; paran los docentes universitarios; formulan sus reclamos salariales varios gremios frente a patronales y un gobierno que quiere ponerlos por el piso, etc.Contactar con ese proceso vivo de conflictos puede decidir el futuro de Proyecto Sur. Para ser consecuente con una de sus consignas (“Redistribución del ingreso”), hay que ponerse al lado de estos luchadores y ofrecer una alternativa política. Así seremos bien apreciados por aquellos que el 28 votaron a Proyecto Sur y por los que no lo hicieron.Algunos conflictos son de índole directamente política, tales los que se plantean ante la prórroga del lesivo contrato con la Lockheed hasta diciembre de 2009 y con Pan American Energy por Cerro Dragón por 40 años. Lo mismo ante el previsible pago al Club de París de la deuda de 6.200 millones de dólares, o el tarifazo del gas y la energía que están tramando Néstor y Cristina de Kirchner con los monopolios yanquis, europeos y locales concesionarios de esos servicios.En estos casos, que tanto tienen que ver con el programa nacionalista y antiimperialista de Proyecto Sur, es obvio que todas las fuerzas integrantes deberían acercar sus propuestas y poner el hombro. En estos movimientos se juega el destino de los recursos naturales y el nivel de vida de la población. Por caso, habría que priorizar llevar a término la campaña por el millón de firmas por la nacionalización del petróleo, impulsada por el grupo Moreno, para diciembre próximo.La condena al cura genocida en La Plata y el inicio de un juicio por la Esma, más otros juicios pendientes de inicio, están llamando a la puerta de Proyecto Sur para que se involucre directamente. Así defendería a fondo los derechos humanos, que al PL le importan muchísimo.En forma simultánea con estos desafíos, el PL opina que Proyecto Sur y otros sectores políticos y sociales deberían avanzar en lo político y programático. Si se procede en el orden planteado más arriba, la síntesis tendría la ventaja y la calidad de surgir de la práctica, del laboratorio de la lucha de clases.Con esas reuniones amplias de carácter programático se fundamentarían mejor los objetivos de Proyecto Sur a nivel nacional, en las provincias y ciudades.Pero no hay que poner el carro delante de los caballos. Lo primero es la lucha. Lo segundo es el debate programático. Se puede tener el mejor proyecto de Constitución en el papel pero si Proyecto Sur y otras fuerzas antiimperialistas y de izquierda no están a la cabeza de un proceso popular combativo, entonces aquel texto no pasará de ser una expresión de anhelos. La experiencia venezolana, boliviana y ecuatoriana indica que primero hay que luchar, producir cambios, incluso acceder al gobierno y recién entonces se puede modificar la Carta Magna.Ante semejantes tareas surge que se necesita de un pueblo que recupere la voluntad de cambio que tuvo en diciembre de 2001 y otras jornadas de nuestra historia. Y para que se acorte ese proceso hacen falta un Frente como Proyecto Sur, ampliado en lo político y orgánico; y un Partido de vanguardia, marxista-leninista, como el que aspira a construir el Partido de la Liberación.Durante la campaña se escucharon algunas voces bien intencionadas que dijeron: “no hacen falta partidos sino un entero”. Esa contraposición entre partido y frente es incorrecta. Una pequeña prueba: de no haber sido por la personería del PSA, Proyecto Sur no habría podido participar. Un Frente sin partido marxista puede ser caldo de cultivo para el oportunismo; un partido sin Frente es fuente de sectarismo. En ambas hipótesis habría derrotas populares.El Frente es imprescindible para unir a diversos sectores, desde los trabajadores hasta la burguesía nacional, pasando por los empleados, campesinos, intelectuales, profesionales, comerciantes, capas medias, pymes, chacareros, etc. Su alianza base debería ser el nacionalismo popular (no confundir con el kirchnerismo) y la izquierda marxista (no confundir con el trotskismo ni la socialdemocracia).El Partido de la clase obrera, con el marxismo-leninismo aplicado a la realidad concreta de Argentina, es la otra herramienta sin la cual no habrá revolución nacional, democrática y popular, y menos aún avance hacia el socialismo. Hay que caminar con las dos piernas para llegar tan lejos y alcanzar esos objetivos.

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